martes, 16 de junio de 2015

EL ARCÓN DE LOS RECUERDOS

El Arcón de los Recuerdos


La sin consuelo, sentada en un rincón, observaba aquellas manos que se habían cansado de trabajar después de sesenta y ocho años. El pañuelo blanco recibía las lágrimas que brotaban de sus ojos negros como el carbón. Julieta se acercó para abrazarla.
- ¡Qué será de mí, áura! –Repetía con tristeza. Mis brazo ya parecen gelatina; no puedo seguí en el campo...
- ¿Y la costura? Tengo entendido es una ayuda.
- Por culpa d’esto cachos d´algodón tuve que dejá la cosedora abandonada en un rincón. Veo sombras, comadre, sólo sombras. Pero pior es nada, ¿No es así?
- Claro Clementina, –Dijo complaciéndola, sin estar convencida por ese punto de vista– no se lamente. Algo se nos ocurrirá.
- Me abandonó el viejo, Julieta. El Jacinto me se jué pa bajo la tierra, a buscar la cosecha qu’este año no se animó a visitanos.
- Mire, comadre, ayí viene Don Eusebio. Y trai las papeleta del dijunto. Siguro él conoce alguna solución para aleja esa manga de langostas con traje y maletín.
- Mas que langostas parecían cuervo, Julieta. Cuervo picotiando enrededor de la puerta, cuando el amanecer tuavía no relucía.
El capataz llegaba a la hacienda y sacándose el sombrero de color pardo, por respeto a la viuda y a su patrón aún tibio, saludó con un movimiento de cabeza. Cuando le explicaron el asunto, el hombre miró a través de la ventana las primeras penumbras que se atrevían a salir al esconderse la antorcha que las tenía prisioneras. Luego se rascó el nidal de alimañas y enmarañando las zarzas albinas de tanto trabajar a cielo abierto, habló poniendo cara de Magdalena.
- Mire patroncita, no creo que sea güeno pa una mujer de edad y en su condición, ningún trabajo. Pero dicen que en la estancia vecina están buscando alguien pa que ayude en varias tareas. Buscan alguien pa que cuide al niño, que nació tuyido el pobrecito. Tiene cinco años... pero no camina y eso haría más fácil la tarea. A lo mejo...
- Gracias Don Eusebio, pero ya no quiero saber más nada de niños. Ya no importa, total... ¡Debo de estar muerta y no me enterao!
- ¿Porqué dice eso patroncita?
- ¿Cómo me se esplica sino que lo hijos dejen de vela a una? Uno se casó con una gringa y se jue del país; el otro quiso ser dotor. Saltó de mis brazos como maíz frito sin darme tiempo la idea de no volvé a velo.
- Estará orgullosa. Eso es una sencia muy conplicada.
- Sí... tan conplicada que no tiene tempo de vení en ese trueno con dos ruedas, pa fijase como está una. Vino una ve. Una ve, vino... pa mostrame un papel... una sola ve... en aquel tempo tuavía podía mirá, pero no sé leé, ansí me esplicó que era con eso como se sabía si podía se curandero o no. El más chico estará dándole la bienvenida al Jacinto. Hace años me dijeron que fue culpa de la disteria. Yo les dije... “¡Qué saben ustede! Si es muy crío pa andá liado en faldas”. Fue m´hijo el dotor el que me esplicó que la disteria es una enfermedá.
- No les afloje patroncita, esos abogados vienen a jugarle manganeta. No le afloje a la lucha. Así era el patrón; siguro a él no le hubiera gustado verla bajar los brazos.

Julieta tuvo que irse, tenía una familia para atender y el camino hacia su rancho era largo. No quería que la sorprendiera esa india, que tantos juraban haber visto, buscando a los que mataron a sus hijos y le quemaron su choza hace siglos.
Se despidió de su comadre, prometiéndole volver con la primera labranza de la peonada que ya se la veía parlotear preocupada por el destino del campo. Don Eusebio también se marchó, dejando a la reciente viuda hablando con el silencio. Fue en ese momento que los roñosos trapos colgados en la puerta se movieron, revelando una sombra entre los últimos gritos furiosos de la jornada. Se adelantó a la doliente y Clementina pudo ver la silueta de un muchacho. Su cara estaba formada por blanco mármol.
- ¿Qué se le ofrece, joven?
- Tome. Es su último aviso. Tiene cuarenta y ocho horas, de lo contrario tendremos que embargar –Al ver que no comprendía, fue más explícito– Tendríamos que quitarle la estancia, pero no se preocupe señora, no va a perder mucho –Miró la habitación evitando el féretro quizá por un remordimiento interno– Esto hoy, no tiene ningún valor.
- ¿Diaonde voy a sacar ese vento, joven?
- No es nuestro problema.
- ¿No hay otra cosa que podamo hacé? Usté parece una malva; no como lo otros.
- Lo siento, esperamos suficiente mientras vivía su esposo.

Sobre el rústico cajón cosechero donde cinco minutos antes se había sentado Don Eusebio, dejó un sobre conteniendo palabras que la mujer no descifró. Sólo entendía que le querían sacar el fruto de los años de esfuerzo de su esposo. Nada era igual desde que sacaron la hipoteca. Los ayudó una vez, eso sí; no podía negarlo pero esa misma hipoteca que les sirvió de ayuda, condenó al viejo en la actualidad. Muy despacio se le fue marchitando corazón.
El silencio volvió para intentar en vano consolarla. Se levantó y caminó hasta un polvoriento rincón, casi olvidado, donde el tiempo aún parecía cobrar vida. El arcón que allí se encontraba contenía algunas cosas sin valor, recuerdos añejos de una época esplendorosa.
Clementina apartó un sobre con billetes arrugados e inservibles. Después extrajo un paquete atado con una delgada cinta celeste. Lo abrió y sus manos acariciaron los tesoros de toda su vida, conservando aún los aromas rememorando su pasado. Una flor de tela usada el día de su casamiento; su madre la había confeccionado especialmente para aquella ocasión. Dos retratos que le ayudaban a recordar el rostro de sus hijos. Y sus alianzas...
Eran símbolos importantes para ella, uniendo ese amor que sólo pudo separar la muerte luego de sesenta años de matrimonio. Completaban el contenido, un paraguas y unos cuantos trapos enmohecidos sirviendo de banquete a un grupo de polillas. Guardó todo, cerró el arcón y volvió a sentarse al lado de su esposo.
Mirando los destellos que despedían los cirios sobre el crucifijo de plata que el viejo tenía colgado en su cuello, se quedó dormida... Y soñó.
Hacía años que no lo hacía, o tal vez no lo recordaba. Añorados tiempos volviendo para jugarle una broma a sus sentimientos. Jacinto entraba a la casa luego de un duro día de faena. Su sombra, con el sol colocado sobre su cabeza como un rojizo nimbo bordeándolo y haciéndolo parecer un santo. Los recibía ella y el pequeño que aún gozaba de buena salud.
El viejo roble se acercó a la enredadera, y le regaló un poco de su aliento. Ambos brillaban por el fuego que latía entre sus corazones, dando la sensación de ser una sola persona. Sus dos hijos mayores estaban más atrás, y todos reían... y se divertían... y danzaban junto al fogón.

La naturaleza abrió despacio sus ojos. Bostezó, mientras extendía sus rosados brazos y derramó sus centelleantes colores al entrar en la habitación junto con la Julieta, para darle el último adiós a Jacinto. La sin consuelo dormía sentada junto al ataúd con los brazos en forma de cruz sobre su pecho. Sonreía. Y aunque ya no tenía dientes, era una sonrisa envidiable. Rebosante de felicidad y de buenos momentos.
Y se quedó así... vestida de sonrisa. Y se quedó dormida... como abrazando a sus sueños.
Más allá, el arcón permanecía abierto. Sobre el suelo, una flor de tela, un par de retratos y unas sortijas, estaban rodeadas por esa cinta, como un delgado trozo de cielo, colocada en forma de corazón.
Cuando la vistieron para su entierro, contemplaron sobre su pecho una quemadura... una cicatriz cauterizada en forma de crucifijo.

Dicen los ancianos aún viviendo en esos parajes, que cuando el cielo comienza a inflamarse y antes de apagarse las nubes llameantes con la frialdad de la uña de plata, eclipsándose a sí misma, es común observarlos tomados de la mano, caminando entre esas hectáreas regadas con su sudor, hoy pertenecientes a un terrateniente... y si el tiempo favorece la visión, se distingue recortada sobre la línea marcando la distancia, una pequeña silueta saludando con sus frágiles deditos; esperándolos.

Extraído de Fábulas de una realidad inestable (2008)



sábado, 13 de junio de 2015

CAOS DE GENTE



Caos de gente.

Personas sepultadas por el desorden.

Personas amenazando sentimientos.

Mirada vigilando...

diversidad social.

Mirada atrapada...

en asfixiantes rutinas.

Rutinas atacando...

con la mortífera lanza del caos.



Gente feliz...

conviviendo con las llamas del caos.

Gente danzando...

sobre un cielo oscuro,

destilando esperanzas.

Esperanzas...

fusionándose con almas en tinieblas.



Esperanzas tenebrosas...

surgiendo del profundo abismo de mi corazón.

Oscuridad sublime,

dominada por una imperceptible...

pincelada de vida.

Oscuridad sublime,

perdiendo el poder e inclinándose...

ante una apagada sonrisa. 


                                                                                                                                                     17/12/02
                                                                                                                                                      1:15 Hs

FUEGUINA NOCHE CÓMPLICE



Su cuerpo brillaba a la luz de la luna y se estremecía al sentir que la hierba rozaba su piel. Sentada en el suelo y apoyada sobre un árbol, frente al arroyo, perfumó el aire con una sonrisa traviesa cuando percibió una sombra entre los arbustos. Sabía que él estaba vigilándola, como todas las noches cuando llegaba a ese lugar para meditar antes de acostarse. Hoy no tendría prisa; jugaría un poco antes de volver a las rutinas de su vida. Se humedeció una uña y aquellos ojos pardos que la deseaban, apreciaron lentos movimientos de su lengua rosada asomando, cada tanto, tímidamente. Con perspicacia apoyó las manos sobre sus muslos y las deslizó con mucha suavidad arrastrando su falda hasta las rodillas, subiéndola luego cinco centímetros más y separando levemente las piernas. Permitiéndole mirar todo lo que quisiera para que él dejara a un lado su imaginación.

Marcia, todavía en la misma posición, escuchó el suave crujir de una rama a su espalda y su cuerpo tiritó a causa del deseo, pero más por el miedo cobrando vida en su interior. Se levantó y caminó unos pasos hacia la orilla del arroyo que siempre visitaba oculta entre sombras.
Esperó... escuchó...
El silencio era muy denso y oyó la ruda voz de su alma advirtiéndole el peligro que se le acercaba. Sí, era consciente; debería marcharse; pero la ansiedad por conocer a ese hombre construyendo fantasías con su cuerpo, admirándola en secreto, era mucho más fuerte. Después de todo, serían algunos minutos antes de retornar sigilosa. Salvaría los noventa y cinco metros que la distanciaban de su casa, sin que nadie se enterara de aquella intrepidez.

Se había acercado. Podía sentirlo. Jamás había percibido su presencia tan cercana a ella. Se había arriesgado a hacerlo, impulsado por sus provocativos meneos que cumplieron su función de inmediato. Esos pensamientos y saber que él aún estaba allí, buscando la manera de hacer realidad sus indecentes caprichos como un niño malcriado actúa para conseguir un juguete, incrementó la fiebre en su piel. Un ciego delirio perseguido desde hacía tiempo, sin conseguirlo.
Volvió a acariciar sus muslos; ésta vez sobre la tela de su prenda. Un pájaro nocturno trinó en respuesta a esa sensual fricción.
Otro paso... Otro crujido... Otro salto brusco en su corazón. Tenía que ponerle un fin a esa locura ahora mismo. No advertía quién la estaba observando; sin embargo, sí sabía con exactitud desde cuando lo hacía. Un mes. Treinta noches sintiendo sus ojos sobre su cuerpo... alojándose una estela ardiente devoradora de su fortaleza.

Ella se imaginaba, a veces, cómo sería el color de sus cabellos o cómo serían esas manos que ansiaban recorrer su piel cubriendo cada uno de sus poros. Se imaginaba sosteniendo el rostro de su admirador, absorbiendo la calidez de sus labios; soñando con retener esa respiración que reprimiría momentos de soledad.
Ella pensaba... reparando que él también lo hacía. Cada uno de ellos tenía la mitad de una misma fantasía. Aquella mente, extraña para Marcia, no dejaba de estar invadida por la lujuria. Ese maravilloso virus capaz de permitir que las acciones más prohibidas cobren vida.
Cubrió sus pechos con las manos mientras miraba la luna, su amiga, la única. Mientras intentaba percibir lo que él fantaseaba en ese preciso instante. ¿Le interesarían sus ojos?... ¿Estaría zambulléndose en su mirada?... ¿O tal vez era alguien más osado y estaría pensando en su ropa interior?... en su color... en su diseño... en las miles de maneras de quitársela... El silencio volvió para angustiarla aunque no supo si se sintió así por temor a que se hubiese marchado o por simple melancolía. Tenía que descubrir si los ojos de su espectador aún se ocultaban sobre su sensualidad, y comenzó otro juego más atrevido: Gimió. Primero suave. Luego, cuando la confianza y el deseo irrefrenable fueron apoderándose de sus sentidos, los sonidos brotaron de sus labios más intensos e incontrolables. Nadie la escucharía. Sólo él. El hombre misterioso a quién le estaba dedicando su espectáculo. Seguía gimiendo y acariciándose, en una actuación cumbre. Sabía cómo fingirlo. Con el transcurso de los años, se pueden aprender muchas cosas.
Sintió que sus senos se oprimían en un caluroso abrazo... Sintió que su blusa se abría... Sintió que su sostén caía sobre la hierba... Sintió que no eran sus manos.
Aun así, no se detuvo ni demostró temor. Su temeridad había llegado hasta aquí, ahora no tenía ningún sentido hacer un paso hacia atrás. Sólo tenía que dar media vuelta y al fin vería ese rostro que durante días se mantuvo oculto entre las sombras... y el deseo de ambos. Sin embargo, no quería hacerlo. Todavía no había reunido el valor para enfrentarse a esa silueta en llamas que, sin ningún pudor, marcaba su espalda y cada una de sus curvas con su torso sudoroso. Apreció el nerviosismo de su amante con su propio cuerpo. Estaba desnudo; eso terminó por descontrolarla. Nunca creyó que volvería a sentirse una quinceañera a los cuarenta y dos años. Dejó que aquellas manos calcaran un mapa de su cuerpo. Su mente se olvidó de todo; su mirada bajó y se concentró en las estrellas que flotaban sobre el arroyo, resaltando en la oscuridad. Dejó que su cuello y sus cabellos fueran tratados como una pieza de colección, en el taller de un experto anticuario.
Él retrocedió un paso, separándose. Ella también retrocedió un paso, con la intención de no perder el contacto de sus pieles, y contuvo su respiración unos segundos. Él la obligó a darse vuelta, con una ternura que recién en ese instante descubrió que existía. Sostuvo su rostro con ambas manos y acarició sus labios no sólo con los suyos sino también con su mirada dulce. Ella quedó atrapada por el influjo de esos ojos pardos, eclipsando sus tristezas. Él quedó atrapado en su belleza, que ya pocos apreciaban. Ella cerró sus ojos. Él también hizo lo mismo. Se dio cuenta que era muy joven; apenas llegaba a tener dieciséis años. Pero aún en ese instante no dudó.
Y lo dejó...
Permitió que continuara avanzando (y lo hacía con rapidez a medida que perdía su timidez), alimentándole cada una de sus fantasías con las llamas que brotaban del interior de ella misma; llamas dóciles quemando en sus partes más sensitivas. Se lo permitió todo, no sólo a él sino también a su propio cuerpo. Gradualmente aceptaron esa confianza mutua que se cedían; y el juego que había iniciado con el propósito de ahogar su rutina, se convirtió en un mar de lava en donde quedó sumergida e inhibida temporalmente, sin poder evitarlo, su moralidad. Marcia hizo posible todas las fantasías del adolescente, acumuladas por vigorosas ansiedades; alegrándose al darse cuenta que sus deseos también se concretaban. Uno de sus pezones quedó atrapado en una sensual prensa húmeda, intensificando esa punzante y erótica succión, segundo a segundo.
Y lo dejó...
Una lacerante caricia la condujo hacia el instante y el lugar extremo donde habitan absolutamente todas las pasiones, experimentando una extensa gama de ansias luchando por ser libres. Una caricia recorriendo el lado izquierdo, desde la cara externa del muslo hasta su cadera, provocándole un ardor que la alejó de la realidad; y enseguida un delgado hilo rojo surgiendo del rasguño, humedeciendo su pierna. Pero ignoró aquello...
Y lo dejó actuar con libertad.
Al permitirlo, ambas siluetas formaron parte de la geografía del lugar. En ese momento ella fue el arroyo mismo, y él... una incandescente piedra atravesando su cálida superficie. Más tarde, aún permanecían así; unidos. Sin importarles que la luna los mirara agazapada entre las tormentosas nubes. Aunque no quería pensar en la tormenta, ahora. La tormenta estaba lejana... y eso la hacía respirar libre. Cuando se acercara la tormenta, pensaría en algo. Siempre se le ocurría algo. Con el transcurso de los años se pueden aprender muchas cosas. La luna se despidió de los amantes y con el debilitado brillo de su última sonrisa, se alejó confusa de allí.


Marcia despertó con el aroma del deseo sobre su cuerpo. Lo seguía viendo. En sus sueños... en su piel... en aquellas ropas rasgadas que escondió en el fondo de un viejo baúl guardado en el desván. Al advertir que esto último no era lo adecuado, prefirió incinerar esas vestimentas impregnadas en un capricho tan pecaminoso que resultaba irresistible. Con los ojos fijos en el techo, añoró sus abrazos... e imaginó de nuevo sus labios amando las partes de su cuerpo que exigían aplacar las llamas dominantes, con más calor.
Miró el otro lado de la cama y lo encontró vacío. Estiró la mano en un movimiento lento, hasta tocar la concavidad formada en la almohada. Un resplandor la regresó de sus quiméricas esperanzas. El baño emitía un débil tono amarillento. La luz se apagó; una sombra salió de su interior; se dirigió a la cama y se acostó a su lado.
Marcia se acurrucó sin hacer ruido, al oírlo. Esperó interminables minutos antes de volver a abrir los ojos. Lo miró, cuando supuso que se había dormido. Una lágrima corrió por su mejilla. ¿Había sido un sueño? Ella tomaba esa decisión. Después de todo lo único libre que poseía eran sus pensamientos.
Lo miró nuevamente y otra lágrima se deslizó en su honor. Recapacitó unos instantes y decidió (quiso hacerlo), que aquella noche no había sido parte de otra de sus fantasías para huir de un infierno. Contempló el círculo de oro que rodeaba su dedo y un torrente de lágrimas bañó un rostro que hacía menos de una semana había conocido la felicidad y el amor al mismo tiempo, durante unas breves horas nocturnas. Una noche encerrando toda la magia con la cual soñó cuando era pequeña.
Volvió a recordar aquellas caricias y rió tapándose la boca con una mano para no despertarlo. Se fue quedando dormida pensando en aquella noche. Jamás volvería a estar sola. Siempre estaría la imagen de ese adolescente entre ella y su esposo.
No. No había sido un sueño más. No había sido otra de sus fantasías. Y esta vez podría demostrárselo a sus amigas. Tenía pruebas que cargaría algún tiempo. Dos marcas revelando las dos mitades de su alma. Por un lado, era todavía visible el rasguño sanguinolento en la parte izquierda de su cadera... por otro lado todos verían cubriendo su ojo, el manchón que ya empezaba a cambiar de color; tornándose más tenue.
No llevaría lentes oscuros como muchas lo hacían. Como ella misma lo hizo hasta cinco días atrás. No sentiría vergüenza; nunca más la harían sentir culpable. Ambas marcas las llevaría con orgullo para siempre.
La primera, cuando se desvaneciera completamente... permanecería bosquejada en su interior el resto de su vida.
Por la segunda no se preocuparía... con seguridad, habría otras.

                                                                                                                                 M.N; 2002



Extraído de “Cuentos de Amor, Supervivencia, y Manipulación” (Edición, 2008)

miércoles, 10 de junio de 2015

TAO TE KING (X) - Lao Tse




X
Unir cuerpo y alma en un conjunto
del que no puedan disociarse.
Dominar la respiración hasta hacerla
tan flexible como la de un recién nacido.
Purificar las visiones hasta
dejarlas limpias.
Querer al pueblo y gobernar el Estado
practicando el no-hacer.
Abrir y cerrar las puertas del cielo
siendo como la mujer.
Conocer y comprenderlo todo
usar la inteligencia.
Engendrar y criar,
engendrar sin apropiarse,
obrar sin pedir nada,
guiar sin dominar,
esta es la gran virtud.

TAO TE KING (VII a IX) - Lao Tse



VII
El cielo es eterno y la tierra permanece.
El cielo y la tierra deben su eterna duración
a que no hacen de sí mismos
la razón de su existencia.
Por ello son eternos.
El sabio se mantiene rezagado
y así es antepuesto.
Excluye su persona
y su persona se conserva.
Porque es desinteresado
obtiene su propio bien.


VIII
La suprema bondad es como el agua.
El agua todo lo favorece y a nada combate.
Se mantiene en los lugares
que más desprecia el hombre
y,.así, está muy cerca del Tao.
Por esto, la suprema bondad es tal que,
su lugar es adecuado.
Su corazón es profundo.
Su espíritu es generoso.
Su palabra es veraz.
Su gobierno es justo.
Su trabajo es perfecto.
Su acción es oportuna.
Y no combatiendo con nadie,
nada se le reprocha.


IX
Más vale renunciar antes que sostener
en la mano un vaso lleno
sin derramarlo.
La espada que usamos y afilamos
continuamente
no conservará mucho tiempo su hoja.
Una sala llena de oro y jade
nadie la puede guardar.
Quien se enorgullece de sus riquezas
atrae su propia desgracia.
Retirarse de la obra acabada,
del renombre conseguido,
esa es la ley del cielo.




TAO TE KING (IV a VI) - Lao Tse



IV
El Tao es vacío,
imposible de colmar,
y por eso, inagotable en su acción.
En su profundidad reside el origen
de todas las cosas.
Suaviza sus asperezas,
disuelve la confusión,
atempera su esplendor,
y se identifica con el polvo.
Por su profundidad parece ser eterno.
No sé quién lo concibió,
pero es más antiguo que los dioses.


V
El universo no tiene sentimientos;
todas las cosas son para él como perros de paja.
El sabio no tiene sentimientos;
el pueblo es para él como un perro de paja.
El universo es como un fuelle,
vacío, pero nunca agotado.
Cuanto más se mueve,
más produce.
Quien más habla
menos le comprende.
Es mejor incluirse en él.


VI
El espíritu del valle no muere.
Es la hembra misteriosa.
La puerta de lo misterioso femenino
es la raíz del universo.
Ininterrumpidamente, prosigue
su obra sin fatiga.


TAO TE KING (I a III) - Lao Tse



I
El Tao que puede ser expresado
no es el verdadero Tao.
El nombre que se le puede dar
no es su verdadero nombre.
Sin nombre es el principio del universo;
y con nombre, es la madre de todas las cosas.
Desde el no-ser comprendemos su esencia;
y desde el ser, sólo vemos su apariencia.
Ambas cosas, ser y no-ser, tienen el mismo
origen, aunque distinto nombre.
Su identidad es el misterio.
Y en este misterio
se halla la puerta de toda maravilla.


II
Todo el mundo toma lo bello lo bello,
y por eso conocen qué es lo feo.
Todo el mundo toma el bien por el bien,
y por eso conocen qué es el mal.
Porque, el ser y el no-ser se engendran mutuamente.
Lo fácil y lo difícil se complementan.
Lo largo y lo corto se forman el uno de otro.
Lo alto y lo bajo se aproximan.
El sonido y el tono armonizan entre sí.
El antes y el después se suceden recíprocamente.
Por eso, el sabio adopta la actitud de no-obrar
y practica una en sin palabras.
Todas las cosas aparecen sin su intervención.
Nada usurpa ni nada rehúsa.
Ni espera recompensa de sus obras,
ni se atribuye la obra acabada,
y por eso, su obra permanece con él.




III
No ensalzar los talentos
para que el pueblo no compita.
No estimar lo que es difícil de adquirir
para que el pueblo no se haga ladrón.
No mostrar lo codiciable
para que su corazón no se ofusque.
El sabio gobierna de modo que
vacía el corazón,
llena el vientre,
debilita la ambición,
y fortalece los huesos.
Así evita que el pueblo tenga saber
ni deseos,
para que los más astutos
no busquen su triunfo.
Quien practica el no-obrar todo
lo gobierna.

martes, 9 de junio de 2015

LLUVIA



LLUVIA...
UN PERRO MUERTO...
MUERTO DE FRÍO Y MOJADO.
LUZ GRIS.
CIELO NEGRO.
NO HAY LUZ EN MI ENTORNO.
UNA CIUDAD VACIADA.
LEJANO, EL SONIDO DE UN AUTOMÓVIL PASAR.
NO SE DETIENE
Y PRONTO, EL SONIDO CESA GRADUALMENTE.
MIS SUEÑOS RESBALAN Y TROPIEZAN
EN LA ACERA MOJADA.
TODO LO VEO DESDE MI INTERIOR.
UNA VENTANA ENCIERRA MI ENTORNO.
UNA VENTANA DE VIDRIOS ESMERILADOS
MANTIENE DISTANCIA CON TODOS.

CENA DE HONOR

Los comensales deleitaban los variados sabores en silencio. De vez en cuando intercambiaban miradas de culpabilidad. Poco a poco los sabrosos manjares desaparecían. Solo se oía el deglutir y, de vez en cuando, alguna burla fuera de lugar pero expuesta convenientemente entre ellos.
- ¡Este bocado es más tierno y jugoso! -Dijo uno de los invitados.
- ¡En aquella fuente dejaremos los sobrantes! -Dijo otro.
- ¡Esta porción es mía -añadió el anfitrión!- ¡Qué nadie se atreva a tocarla!
La cena llegó a su fin; no hubo invitado alguno que no haya quedado saciado. Ante la vista de todos quedó desmembrada una obra que podría haber alcanzado vigor, de no ser por los actos caníbales de los censores presentes.
En el olvido... el alma de un artista, desangrándose con cada crítica cortando en trozos irregulares la carne de su creatividad.

SERGIO J. RODA
24 de abril de 2004                                                                                                                                                                               15:17 Hs

lunes, 8 de junio de 2015

DECONSTRUCCIÓN


¡Esta deconstrucción que mata a cada segundo pero necesaria para revitalizarme! Pienso aunque sin existir. La existencia es una decisión existencial que no lleva a ningún puerto. Regreso a mi puerto y desde allí vislumbro oculto, horizontes perdidos algunos, deshechos otros; me constituyo átomo por átomo. Yo mismo tallo mis propios átomos de los cuales estoy hecho. Ya no hay destinos ni caminos. Solo la espera y en esa espera, hallo la disgregación, la cual quizá con un poco de suerte arroje sobre mí su piadoso y lúgubre manto. Sin caminos... sin puentes... no hay metas ni destinos ni razones para luchar. Sin puentes, la disgregación se acelera; y ante el umbral de mi propia deconstrucción, observo cómo las metas, por las cuales palpito cada día y muero cada noche, se desvanecen.




La persistencia de la memoria (Salvador Dalí)

sábado, 6 de junio de 2015

HERMOSO CIELO GRIS


QUIERO UN CIELO ASÍ PARA USARLO DE MORTAJA Y PERDERME POR SIEMPRE.
DESVANECERME....
SENTIRME AIRE Y COMO AIRE VIAJAR KILÓMETROS EN SEGUNDOS. DESEO QUE MI MORTAJA SEA DEL COLOR DE MIS ESTADOS ANÍMICOS PARA QUE HAGA JUEGO CON LA TELA RASGADA DE MIS ANHELOS.
LOS LIMONES MADURAN DESDE MI VENTANA LENTAMENTE PERO UNA FRUTA VERDE O MADURA NO CAMBIA SU NATURALEZA: 
SU SABOR ÁCIDO LO ACOMPAÑARÁ DESDE QUE COMIENZAN A CRECER HASTA QUE SE PUDREN.
EL GRIS DEL CIELO Y LA ACIDEZ DE LOS LIMONES SON HERMANOS, Y AMBOS SE ACOMPAÑAN...
SE CONOCEN...
APRENDEN A CONVIVIR JUNTOS, EXPUESTOS AL AIRE GÉLIDO,
TALLADOR DE FATALIDADES...
Y QUE LOS CONTEMPLA
Y LOS MECE.
ES LEY: REGRESA EL FRÍO, REGRESAN LOS RECUERDOS.
¿TIENE RECUERDOS UN CIELO GRIS PARA RECORDAR OTROS CIELOS GRISES PASADOS?
¿TIENEN RECUERDOS LAS FRUTAS, SIN IMPORTAR SI SON DULCES O ÁCIDAS?
HERMOSO CIELO GRIS Y TRAICIONERO,
LE DA LO MISMO SI NOS TRAE RECUERDOS O MORTAJAS.
HERMOSAS FRUTAS AROMATIZANDO
LOS CAMINOS BIFURCADOS DE MIS ESTADOS ANÍMICOS.
RECORDÁNDOME EL SABOR ÁCIDO DE MIS METAS.




jueves, 4 de junio de 2015

COLORES DE LOCURA


Naranja brillante... Amarillo cegador... Azul asfixiante...
Toda mi vida, desde que cumplí doce años y mi mente se enfrentó por primera vez ante ellos, me vi obsesionado... atrapado por esos colores. Colores angustiantes, habitando el interior del núcleo de la locura.
Me sentí hechizado por las obras de Van Gogh, desde que el infortunio me colocó frente a ellas. Él necesitó canalizar, de algún modo, la verdad que penetró crudamente sus retinas, una noche de verano; pudriendo dolorosa y sorpresivamente su cerebro.
Me encontré, sin saber cómo dar ese paso atrás, investigando su vida. Sin intuir que al hacerlo heredaría su tormento. Cada suceso me conducía hacia una vorágine de estremecimientos. En sus cuadros dominaban únicamente esos colores. Azul, amarillo, y tal vez ese toque anaranjado que, actuando como imán, atraería las mentes de quienes apreciaban esas obras.
Son conocidos los lienzos “El cielo estrellado” o “Los Girasoles”, pero muy pocos descubren lo que habita detrás de esas pinceladas cargadas de energía. Yo, desgraciadamente, logré hacerlo. Y desde entonces mi vida cambió. Ahora tengo un mundo propio. El mundo que los soñadores anhelan; sin embargo debo aclararles que una vez aceptado el obsequio, es difícil  (imposible) devolverlo.
Atravieso la hondura de las aguas solas... y allí espero mi destino. Porque es sabido que todo tiene un precio. Entrar al universo conteniendo el eslabón perdido, me arrebató parte de lo que soy. La culpa fue de ese majestuoso lienzo que V. G. (ya no me atrevo a decir su nombre completo, ni pensar en él sin sentir un inexplicable aunque justificado terror) tituló “El cielo estrellado”. Aparentemente un cuadro normal creado por un genio. Ahora sé que es un cuadro excepcional creado por un hombre normal. Un hombre que tuvo la mala fortuna de estar en el lugar equivocado, en el segundo menos indicado. El segundo que esa grieta se abrió en el cielo, aquella noche, liberando esos intensos colores. Horrendos colores que para no expirar en el aire, utilizaron la mano de un ser humano vulgar convirtiéndolo en artista involuntario. Colores que demostraron ser tan poderosos que aún hoy perduran... y viven... y respiran sutilmente con astucia, para no ser descubiertos.
Aquella lejana noche, cuando los colores más horribles del mundo (y a la vez los que más atraen y apasionan al mundo), brotaron de esa grieta cósmica para dominarnos, comenzó un apocalipsis mental colectivo, confundiéndonos plenamente. Impidiéndonos pensar con claridad. El azul se instaló en las retinas del pintor, provocando angustia y una autocompasión cubierta por una bajoestima excesiva. Casi de inmediato descendieron a la tierra, el amarillo y el naranja; aniquilando la conciencia de muchos.
Cuando observé más cerca “El cielo estrellado”, descubrí que esas mal llamadas estrellas tenían movimiento. Giraban con rapidez, y hasta fui capaz de percibir un zumbido anormal. En el caso de “Los Girasoles”, el centro de esas flores eran rostros... cada centro los cubría un puñado de pigmentos desbordando malignidad; cada girasol estaba rodeado de pétalos cuya intención era apretar el mundo hasta estrangularlo.
Nadie imagina que esos pigmentos están vivos y laten en lo más hondo del lienzo; donde se halla el eslabón perdido de las dos mitades de la vida (la que todos ven... y también la oculta). Cada obra vive, respira, y se reproduce en el cerebro de las personas que los veneran. Los colores son nuestra perdición. Si viéramos en blanco y negro, nuestra imaginación procesaría más fácil los detalles, como puede apreciarse con más detalles una fotografía en blanco y negro.
Miro a mi alrededor; y aunque las paredes son blandas y blancas, continúo viendo esos malditos colores que, con éxito, dominan el planeta y tal vez, ¿por qué negarlo si no podemos asegurarlo? También otras galaxias.
Sí. las paredes que me rodean son blandas y blancas. Lo sé, aunque ya no pueda mirarlas. Lo único que puedo ver son esos colores amenazadores.
Naranja brillante... Amarillo cegador... Azul asfixiante...
Intenté extraerlos de mi vista hace tiempo, sin resultados positivos, Los extraje yo mismo. Lo digo con orgullo. Yo mismo fui quien con la ayuda de un tenedor arrojé hacia un rincón los globos oculares. Recuerdo que uno de ellos no saltó directamente y quedó pendiendo de algún colgajo sanguinolento pero ningún problema que no pudiera solucionar un corte limpio con una tijerita de uñas; y fue casi instantáneo que percibí que haber eliminado mis ojos había sido inútil para mi propósito de liberación... y desde ese día vuelo en la hondura de las aguas solas...
Desde ese día todas las imágenes desaparecieron pero en mi caso no llegó nunca la oscuridad (eso habría sido apaciguador), sino que sólo veo esos pigmentos y las tenebrosas cosas que allí habitan. cosas abominables... cosas inimaginables surgiendo de la nada; levitando hacia mi mirada ciega. No existe la ceguera cuando las imágenes y los colores se alimentan de nuestra mente de una manera carroñera. Lovecraft ya nos había querido poner en aviso. ¡Quien quiera oír que oiga!
Sólo veo esos tres colores; a veces separados, otras fusionados. Colores palpitando en su puro estado de libertad. Colores de locura, para algunos... para mí, los colores donde se encuentra el infierno fatalista que nos impide ver con claridad.


23 de septiembre de 2003
   

Gladiateur dans l'arène

  Je me prépare comme un gladiateur dans l'arène; Je fais face au chaos autour de moi et mon évolution cosmique s'élève de nou...