jueves, 31 de diciembre de 2009

LA MANCHA





“El alma nace vieja y rejuvenece,
esa es la comedia de la vida.
El cuerpo nace joven y envejece,
esa es la tragedia de la vida”.
OSCAR WILDE

Era un día como cualquier otro. Nada en particular que cambiara su rutina, excepto... por esa horrible mancha en la pared que apareció esa mañana a la izquierda del reloj de péndulo. En cuanto la advirtió, María se escandalizó. Ella siempre tan ordenada, no podía permitir algo así. Esa muchacha le había colmado la paciencia. Sonia acudió inmediatamente al llamado, preguntándose qué había hecho ahora. Siempre estaba regañándola por algo; aún siguiendo todas las órdenes al pie de la letra, esa mujer siempre encontraba una excusa para descontarle algo de su miserable sueldo. Su mirada demostraba temor a una suspensión o lo que podía ser peor, a un despido. María estaba enrojecida a causa de la ira pero no podía intuir cual era la razón de su mal carácter. Luego de soportar sus gritos y mirar hacia la dirección que le señalaba con la mano, observó la mancha resaltando sobre el color ocre de la pared del living. Oyó una variedad de insultos y prometió limpiarla de inmediato. En realidad no sabía cómo había aparecido esa mancha. De haberla visto, la habría lavado antes de que pudiera advertirlo esa maniática de la limpieza. No era una mancha grande. Parecía como si alguien hubiera aplastado un mosquito, pero sólo era... una mancha.
Al otro día María se levantó radiante. Parecía más joven que nunca. Tenía treinta y cuatro años y su belleza se veía eclipsada por un gran defecto: Su altanería. Cuando salió de su dormitorio y bajó la escalera, la advirtió llegando al último peldaño. Estaba ahí, burlándose de ella junto con la idiota de Sonia que había desobedecido sus órdenes. La mancha era ahora un poco más grande y tenía la forma de un riñón. Sonia, desolada, no podía comprenderlo. Nada podía hacer para defenderse y tuvo que callar. La evidencia estaba a la vista.
Esa noche la mancha volvió por tercera vez. Llena de furia, María no notó que ésta vez había tomado la forma de un rostro, en el cual se podía observar detalladamente todos los rasgos de una anciana mujer con tristezas ocupando el lugar de sus ojos. Su boca dibujada en una expresión de absoluto dolor, completaba la terrorífica figura que se presentaba majestuosa en la pared del living. En ésta ocasión, Sonia le hizo saber que había aseado la pared; sin embargo, las palabras de la pobre empleada no tuvieron fuerza y la altiva no le creyó.
No pudo, en ésta ocasión, cumplir las órdenes. La extraña mancha no se podía eliminar de ningún modo. Probó numerosos productos; hizo mezclas y, desesperada, cuando ya no se le ocurrió nada más, agotadas las posibilidades dentro de su imaginación para llevar a cabo la tarea encomendada, se sentó en el piso encerado reteniendo un incesante llanto entre sus manos ampolladas. Luego de algunas horas María entraba alegre a la casa luego de una divertida noche con sus amigos; Sonia permanecía en el mismo lugar. Inmóvil y consciente de haber perdido su trabajo. La sonrisa que María tenía minutos antes, se desvaneció al instante. Otra serie de insultos en contra de su empleada; quiso disculparse, sin embargo, no se lo permitió. Poco faltó para que la despidiera y no quiso seguir defendiéndose para no alterarla más de lo que estaba. Sola y en medio de la quietud de su casa, se dispuso a quitar esa odiosa mancha. Había aprendido que para obtener los resultados adecuados, tenía que hacer todas las cosas ella misma.


Estaba amaneciendo y aún intentaba sacar la mancha, cuando percibió los endurecidos rasgos de ese rostro. La inusual mueca se transformó en una sonrisa macabra ante sus sorprendidos ojos.
- ¿Qué es esto? –Dijo elevando la voz al silencio– ¿De dónde saliste?... no importa. Juro que destruiré esta broma de mal gusto.
María improvisó una antorcha con trapos y revistas. La encendió y la acercó a la figura, quemándola. Al instante oyó un alarido. El siniestro sonido se esparció por la habitación, pero lo asoció con el viento. Un gigantesco manchón de tizne quedó impreso en la pared y luego de limpiarlo con un poco de detergente, parecía como si nunca hubiese existido algo.


Dos días después se levantó y vio con felicidad que la mancha había desaparecido, al parecer para siempre. Subió a su dormitorio y se quedó allí hasta el atardecer. La casa fue dominada por desgarradores gritos. Sonia corrió hasta el dormitorio de María.
La puerta estaba entreabierta. Entró y al ver la escena, gritó hasta que las cuerdas vocales parecieron quebrarse. María, aún con vida pero no por mucho tiempo, se encontraba tendida sobre su cama; una pierna cruzaba por debajo de la otra. Sus brazos formaban una cruz oprimiendo su pecho, y su cabeza colgaba al vacío quedando en una grotesca posición. Su rostro era una masa uniforme, sus rasgos se habían fusionado... su carne parecía quemada. El proceso continuaba y antes de que Sonia reaccionara, fue testigo de una horrenda metamorfosis. La piel latía supurando un espeso líquido amarillo; su hermoso y largo cabello se tornaba gris... opaco... sin vida. Como si de una nueva formación geológica se tratara, numerosas arrugas quedaron marcadas en todo su cuerpo y algunos dientes comenzaron a caer al deteriorarse las encías. Nadie hubiera creído que horas antes, su belleza era la envidia de otras mujeres.
La anciana que yacía sobre la cama, mantenía aún la dolorosa mueca; los ojos que adornaban un bello rostro habían sido cambiados por dos tristezas agobiantes.


Abajo, en el living, a la izquierda del reloj de péndulo, el rostro de María aparecía dibujado en la pared.

Extraído de "El Extraño Viejo de la Noche"

Abril 2006
ISBN-10:987-05-0674-7
ISBN-13:978-987-05-06744
Editorial Impresión Arte (Ediciones Patagónicas)
Contacto: 02995234420
silviayfreddy@hotmail.com




UNA MANCHA QUE AÚN PERTURBA

Nora, gracias por visitarme y gracias también por tu comentario; había pasado por alto el efecto que causa esa mancha en la pared, quizá porque como vos decis es un miedo que se destaca más en la mujer. La Mancha creció en un día de lluvia. Estaba con una hoja en blanco y mordiendo nervioso el extremo de la birome mientras pensaba algo que se me pudiera ocurrir para escribir. En una oportunidad levanto la vista y la veo. Una mancha sobre la pared; de inmediato la vi también a ella, a la anciana. La Mancha no se parecía en nada a ella; por supuesto, esa anciana apareció en mi mente durante un segundo; el tiempo suficiente para que alguien atento como yo no la deje escapar. Rápidamente los demás datos fueron manifestándose cerca de esa mancha para que el cuento tomara forma. Muchas veces pensé qué creaciones magníficas, al mirar esa mancha en la pared del comedor de mi casa, hubieran escapado de la mente de Dalí, Van Gogh, e incontables artistas que brillan hoy en el cielo de los genios, formando constelaciones y cumpliendo el rol de musas amantes  para la humanidad.

El cuento también está en el libro "El Extraño Viejo de la Noche". A pedido de Nora, entonces, una amiga que por su energía positiva sabe como resaltar en las almas de quienes la conocen, comparto con ustedes "La Mancha". Espero que lo disfruten.

viernes, 25 de diciembre de 2009

KÓOCH, EL CREADOR DE LA PATAGONIA




Según dicen los Tehuelches, hace muchísimo tiempo no había tierra, ni mar, ni sol... solamente existía la densa y húmeda oscuridad de las tinieblas, y en medio de ella vivía, eterno, Kóoch. Nadie sabe por qué, un día Kóoch que siempre se había bastado a sí mismo, se sintió muy solo y se puso a llorar. Lloró tantas lágrimas durante tanto tiempo que contarlas sería imposible.Y con su llanto se formó el mar, el inmenso océano donde la vista se pierde. Cuando Kóoch se dió cuenta de que el agua crecía y que estaba a punto de cubrirlo todo, dejó de llorar y suspiró. Y de ese suspiro tan hondo fue el primer viento, que empezó a soplar constantemente, abriéndose paso entre la niebla y agitando el mar. Algunos dicen que fue así, por los empujones del viento, que la niebla se disipó y apareció...

Si les interesa conocer la leyenda completa visite "EL OASIS DE TOTH" (http://oasisdetoth.blogspot.com/)

MUCHAS FELICIDADES!!!


LES DESEO
UNA FELIZ NAVIDAD
Y UN PRÓSPERO AÑO NUEVO.

A MIS AMIGOS...
A LAS PERSONAS CONOCIDAS QUE APOYAN MIS METAS...
A MIS LECTORES...
A TODOS USTEDES...
MI AGRADECIMIENTO PERPETUO.

¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!!
POR ELEGIR SER MIS HUÉSPEDES EN ESTE ESPACIO; POR TENER EN SUS BIBLIOTECAS
EL LIBRO DE UN AUTOR DE SU PROPIA CIUDAD.
PAZ, AMOR, ARMONÍA...
Y QUE SUS DESEOS DE BUENA VOLUNTAD,
SE CUMPLAN EN EL 2010.



lunes, 7 de diciembre de 2009

ALGO SOBRE EL PERSONAJE

EL CUENTO SALIÓ PUBLICADO POR PRIMERA VEZ EN EL AÑO 2006. FUERON MUCHAS Y VARIADAS LAS INTERPRETACIONES QUE LE DIERON AL EXTRAÑO VIEJO DE LA NOCHE. EN EL LIBRO, EL PERSONAJE SERÁ UNA CONSTANTE EN CADA UNO DE LOS CUENTOS; TAMBIÉN SE INTERCALAN TRES INTERMEDIOS EN LOS CUALES MEDITA SOBRE SU EXISTENCIA MIENTRAS TRANSCURRE LA NOCHE.

EL NIÑO ES UN PERSONAJE ESPECIAL. ALGUNOS ME DIJERON QUE EL PERSONAJE ESTABA DE MÁS Y QUE NO EXISTÍAN RAZONES PARA INCLUIRLO. ME ACONSEJARON SUSTRAERLO; COMO SI FUERA TAN FÁCIL, PARA UN ESCRITOR, ELIMINAR A UN PERSONAJE (ALGUIEN QUE HABITA UN MUNDO FICTICIO PERO QUE NO DEJA DE SER TU PROPIA CREACIÓN);  UNA VEZ QUE VIVE EN LAS PÁGINAS ESCRITAS DE TU OBRA, ALLÍ PERMANECERÁ... INAMOVIBLE, ATRAVESANDO MAREAS DE SIGLOS.
LA APARICIÓN DEL NIÑO EN ESA ESCENA FRÍA Y TÉTRICA, ES IMPORTANTE. QUIZÁ NO PARA EL CUENTO MISMO, PERO SÍ PARA EL EXTRAÑO VIEJO DE LA NOCHE. 

ES UN ENCUENTRO QUE ERIZA LA PIEL PORQUE SE TRATA DE UN ENCUENTRO SOBRENATURAL, AUNQUE PEOR QUE SI FUERA UN ESPÍRITU; UN ESPÍRITU TIENE SU ORIGEN PERO, EN CAMBIO, EL ORIGEN DEL EXTRAÑO VIEJO DE LA NOCHE ES DESCONOCIDO E INCIERTO PARA LOS MORTALES.  POR ESE MOTIVO QUIZÁ A MUCHOS LECTORES LES HA CAUSADO DEMASIADO TERROR ESTE PERSONAJE; SOBRE TODO EN AQUELLOS CON MUCHÍSIMA IMAGINACIÓN.

HACE MUCHOS AÑOS, UNA MUJER OPINÓ QUE SEGÚN ELLA ERA LA MUERTE. ADVERTÍ, ENTONCES, QUE PODÍA CONFUNDIRSE Y LE INSERTÉ UNA FRASE DONDE MARQUÉ LA DIFERENCIA. ASÍ, AL QUEDAR REVELADO QUE AMBAS CRIATURAS ERAN DIFERENTES, INTENSIFIQUÉ EL MIEDO EN LOS LECTORES MÁS SENSIBLES PORQUE SI YA ÉSTA CAUSA TANTO ESPANTO EN MUCHOS, IMAGÍNENSE QUÉ PUEDEN SENTIR AL DESCUBRIR A OTRO SER SUTIL Y TERRORÍFICO ACECHÁNDONOS.

SIN EMBARGO, NO SÓLO SE ATERRAN LOS LECTORES; AMBOS PERSONAJES DEL CUENTO, AL MISMO TIEMPO, TAMBIÉN SIENTEN PAVOR Y HASTA REZAN (SÍ, EL VIEJO DE LA NOCHE TAMBIÉN LO HACE) PARA NO VOLVER A ENCONTRARSE.
AHORA ABRO UNA INCERTIDUMBRE EN SUS MENTES: ¿QUIÉN ES EL NIÑO?... NO SE PREOCUPEN, NADIE LO SABE; NI SIQUIERA LO CONOCEN EN SU CIUDAD FICTICIA, POR CUYAS CALLES OSCURAS DEAMBULA ESE SER INTERACTUANDO CON EL RESTO DE LOS HABITANTES.

LOS DIBUJOS QUE COLOCO EN EL LIBRO (TAPA, CONTRATAPA, Y EL QUE ILUSTRA EL CUENTO, SON DE EDUARDO "PIPI" BERTA Y ES QUIEN HASTA EL MOMENTO ILUSTRÓ CADA UNA DE MIS PUBLICACIONES.

EN EL AÑO 2008, EN CONJUNTO CON MI SEGUNDO LIBRO, VOLVÍA A PRESENTAR "EL EXTRAÑO VIEJO DE LA NOCHE" PERO EN VERSIÓN AUDIOLIBRO. GRACIAS A LA MAESTRÍA DE SAMUEL ZAPATA Y A SU TECNOLOGÍA AVANZADA, LOGRAMOS DARLE VIDA, ASÍ COMO FRANKENSTEIN LE DIO VIDA A SU MONSTRUO.

Y DE ESTE MODO, CON EL LANZAMIENTO DEL CD, PERMITO QUE EL PERSONAJE DUERMA DURANTE UN TIEMPO... SÓLO UN TIEMPO; PORQUE CRÉANME, TANTO EL VIEJO DE LA NOCHE COMO EL NIÑO... VOLVERÁN ALGÚN DÍA. 

domingo, 6 de diciembre de 2009

EL EXTRAÑO VIEJO DE LA NOCHE

"Si sólo se dieran limosnas por piedad,
todos los mendigos hubieran muerto
de hambre”.
FRIEDRICH NIETZSCHE


Sus pasos eran firmes y cortos. De vez en cuando se apuraba a doblar alguna esquina, como si llegara tarde a una importante cita. Su rostro, cubierto por la capucha de su fuera de época y extraña vestimenta, se confundía con las tinieblas que lo rodeaban. Bañado íntegro por rayos plateados que descendían para ofrecer vida a su lúgubre sombra, parecía bastante alto. Era demasiado delgado. Caminaba encorvado y parecía un hombre de setenta años, pero tal vez podría ser más viejo... mucho más viejo.
Aquellos rasgos eran desconocidos para las escasas personas que lo veían y, sin embargo, una energía inexplicable hacía que todos lo evitaran. Algunos lo llamaban... “El Viejo de la Noche”. Otros, simplemente “El Extraño”. Pero nadie se atrevía a decir en voz alta el nombre completo con el cual había sido bautizado.
Muchos no creían en él, aunque los más ancianos afirmaban que existía y hasta aseguraban haberlo visto. Algunos hablando con certeza; otros sólo para atraer la atención de los asustados chiquilines. Ciertos grupos de ignorantes decía que era La Muerte, aunque estaba fuertemente ligada a esa criatura tan imponente. Las historias sobre él ya se habían convertido en leyendas y la nueva generación las usaba para burlarse en el colegio o en los bares. Pero cuando se desplegaba el negro manto sobre la ciudad, hasta los más escépticos temían su encuentro.
¿Quién era él?... ¿De dónde venía?... nadie podía deducir donde vivía; los que en alguna ocasión lo vieron y con suerte sobrevivieron al encuentro, afirman que acostumbra a deambular por las calles y avenidas de la gran ciudad, buscando algo...
...O a alguien.

El semáforo cambió de color, cediendo el paso. Un niño de ocho años se disponía a cruzar la calle. Volvía de comprarle cigarrillos a su padre y se dirigía hacia su casa con las manos en los bolsillos, mirándose los cordones de las zapatillas. Guiado por un mortal presentimiento, levantó la vista y una bocanada de vapor brotó de sus labios apenas entreabiertos. Sus pupilas brillaron como perlas oscuras cuando encontraron esa inusual figura manifestada en la acera de enfrente. Sabía de quien se trataba, pero hasta ese momento creía que era un mito. La criatura, en silencio, levantó un brazo fatigado dejando visible una de sus manos ocultas por las mangas de su túnica. Un dedo lo apuntó. El pequeño observó la pútrida y escasa piel que cubría su cuerpo. Hasta le pareció oír en su mente una voz pegajosa, como la saliva de un depredador, que decía su nombre y dejaba ideas estremecedoras en su mente: “...Marcelo... Marcelo... decídete y hazlo de una vez por todas. Líbrate de él”.
Quedó inmóvil en esa posición durante segundos interminables; luego, como arrepentido de ejecutar alguna siniestra acción, fue bajando nuevamente el brazo y le dio la espalda. Esperó... como si fuera parte de un ritual milenario, y comenzó a alejarse. El niño lo observó con sus manos congeladas en los bolsillos de su campera, y no fue capaz de percibir si las sentía así por el terror que recorría su cuerpo, o por el penetrante abrazo de la helada estación.


En algún otro lugar, un mendigo se disponía a dormir en la vereda. Tapado con un cartón tan fétido como su ropa, intentaba en vano la tarea de protegerse del agudo e invisible cuchillo que usa como mortal arma, el crudo invierno. Tosía y su respiración era entrecortada. Tenía sesenta y ocho años y en su semblante, las personas que pasaban a su lado percibían un cansancio físico y mental. El mendigo lo vio reflejando todos los temores de su larga vida y, aunque su rostro estaba cubierto, hubiera jurado que sonreía con malicia. Entre ellos existían tan sólo tres metros; distancia que comenzó a acortarse cada vez más... hasta que estuvieron separados por un pequeño torbellino creado por el nauseabundo aliento que ambos exhalaban. De nuevo lo invadió una sensación de que existía una cínica sonrisa detrás de esa oscuridad. Su miedo, creciente, se alimentaba de la adrenalina que su cuerpo producía en elevadas dosis, y un escalofrío fuera de lo normal lo cubrió de sudor. Un fluido caliente se deslizó por su entrepierna. A su edad ya le era imposible dominarse, por causa de los golpes y patadas que le proporcionaban los jóvenes a diario.
- ¿Quién... eres? –Preguntó, cansado de pasar toda una vida vagando involuntariamente sin rumbo.
Silencio.
- ¿No tiene un pedazo de pan?... por favor, hace muchos días que no pruebo bocado alguno –Su voz se escuchó lejana. Un débil hilo a punto de cortarse.
El Viejo de la Noche levantó otra vez su brazo, como lo hizo dos cuadras atrás cuando se encontró con aquella criatura de ojos oscuros y asustados. Un niño del cual se reirían sus amigos al día siguiente cuando contara lo que vio. Un niño que jamás sería creído por sus padres y que tendría ásperas pesadillas con esas imágenes durante meses. Un niño que alcanzaría a contarle esa extraña visión a su tía, días antes de que un loco la asesinara minutos después de salir de un restaurante... un niño que diez años más tarde, finalmente cansado de un largo período de opresión, tomó la decisión de asesinar a su padre ebrio, cuando éste intentaba golpearlo por última vez. Reviviría ese día infinitas veces, para acallar esas voces que palpitaban en la mente de su niñez atormentada. Durante su adolescencia volvería a encontrarlo...
...Y vería su rostro.
El hombre comenzó a mirarlo atontado. Su corazón comenzó a acelerar. Un dedo huesudo con jirones colgantes de piel hedionda lo señaló en el preciso momento, como si hubiera sido secretamente calculado, en que las luces de un camión lo rociaba, revelándolo íntegro.
Lo primero que vio horrorizado fueron las concavidades vacías de los ojos y en la escasa piel enganchada en su cuerpo, sobresaliendo infinidad de profundas y purulentas llagas que palpitaban. ¿O acaso respiraban?... El ciruja, que ya no recordaba su nombre por la sencilla razón que desde hacía tiempo nadie le hablaba, cambió la pregunta con temor.
- ¿Qué?... –Carraspeó un par de veces– ¿Qué eres?
La abominación se limitó a mirarlo desde sus aterradores abismos. Lo único que se escuchaba era el acelerado corazón del enfermo mendigo, volviéndose tan imperceptible como un susurro fusionándose con el suave silbido del viento. El anciano cerró los ojos y esperó la llegada de su último hálito.
- Gra... gracias por haber... oído mis ruegos. Gracias por venir. –Dijo en ese momento final de delirio, confundiendo a su visitante con otro Ser– Hacía mucho... que esperaba tu visita.
El Viejo de la Noche bajó el brazo y comenzó a andar. Atrás quedó el inerte cuerpo que encontrarían congelado horas después. No provocaría demasiado revuelo; se trataba de un paria menos en la ciudad. La policía aceleraría los trámites para enterrarlo de inmediato en absoluto secreto, en una fosa solitaria. Como si los testigos se avergonzaran de ese acto saturado de justificada crueldad.
No habría velatorio ni misas. Sólo lo acompañaría el olvido. Y con ese olvido, El Extraño Viejo de la Noche se haría más fuerte... naciendo en su cuerpo una nueva cicatriz palpitante y ansiosa de odio. El mismo odio destilando la humanidad a diario desde sus comienzos, proporcionando gran placer en sus almas al ver corporizarse sus oscuras perversiones.


El Extraño Viejo de la Noche continuó transitando las calles hasta que se desvaneció en el horizonte, al mismo tiempo que la aurora comenzaba a vestir su corona de rayos fulgurantes.


Extraído de "El Extraño Viejo de la Noche"
Abril 2006
ISBN-10:987-05-0674-7
ISBN-13:978-987-05-06744
Editorial Impresión Arte (Ediciones Patagónicas) -
Contacto: 02995234420 
silviayfreddy@hotmail.com





Gladiateur dans l'arène

  Je me prépare comme un gladiateur dans l'arène; Je fais face au chaos autour de moi et mon évolution cosmique s'élève de nou...